Viendo las plantas como una componente más de la construcción, hay cada vez más proyectos en los que se integran las plantas en la estructura del edificio, no ya como una piel o fachada verde, sino como parte integral de la construcción. Así, el concepto de biomímesis impulsado por Jorge Riechmann (la idea de que las creaciones humanas imiten las de la naturaleza), ha inspirado a muchas personas a considerar estos aspectos en la construcción de sus casas.
En el entorno urbano, donde se tiende a perder el contacto con los ritmos y beneficios de la naturaleza, incorporar vegetación en las fachadas se convierte en una necesidad. Desafortunadamente, la presencia de verde en las ciudades se ve reducida a unos pocos espacios. La Unión Europea recomienda 20 m2 de vegetación por habitante, mientras que en ciudades como Barcelona no se llega a los 8 m2 de verde por persona. Sin embargo, de vez en cuando nos sorprende y alegra la vista la frondosidad de un balcón con sus plantas colgantes, o todavía es posible en una gran ciudad hallar un espacio de calma y frescor junto a un pequeño parque con árboles, agua y tierra. Esas sensaciones nos demuestran que el verde debería estar más presente en nuestras vidas.
Ventajas o beneficios de hacer una fachada vegetal: Muchas personas ya han comprobado los beneficios de tener plantas en sus casas o en sus lugares de trabajo y se sabe que la vegetación tiene toda una serie de propiedades beneficiosas para el lugar donde se encuentra. Según algunos estudios, la temperatura encima de zonas plantadas con vegetación es entre 1 y 2.25 ºC inferior a la temperatura ambiente, y la envoltura vegetal en fachadas expuestas a los vientos podría mejorar el aislamiento hasta en un 8 %, por el efecto de cámara de aire entre las hojas y la pared, y la protección frente a la humedad provocada por la lluvia. Por ello, nada resulta más adecuado que la incorporación de vegetación en los edificios. Un edificio que integre el verde se convierte inmediatamente en un espacio vivo, que genera impactos positivos para su entorno y sus ocupantes, y que regenera una pequeña parte del territorio para la vida natural que estaría ocupando.
La vegetación tiene una serie de características que permiten mejorar el comportamiento de los edificios y hacen que mejoren las condiciones ambientales a su alrededor:
• Regula la temperatura (mejora el “microclima”). Las plantas pierden agua hacia el medio mediante la evapotranspiración. En ese cambio de fase se utiliza el calor del aire del entorno, de modo que además de aumentar la humedad ambiental se disminuye la temperatura del aire. En entornos cálidos, la presencia de vegetación puede llegar a refrescar la temperatura de 1 a 5 ºC. Se calcula que una reducción de 5 ºC de la temperatura exterior adyacente podría suponer ahorros en refrigeración de cerca de un 50 %.
• Proteción contra el ruido. Con grosores de vegetación suficientes, las formaciones o barreras vegetales pueden tener un cierto efecto de amortiguación del ruido, actuando como pantallas acústicas.
• Mejora de la calidad del aire. Al realizar la fotosíntesis, las plantas proporcionan O2 y absorben CO2, renovando el aire del entorno. Se calcula que una hectárea de vegetación típica puede absorber 7.500 kilogramos de CO2 cada año. Por otro lado, la vegetación también actúa sobre la contaminación, tanto porque en el sustrato o suelo que las mantiene se depositan partículas y metales pesadps que son aprovechadas o metabolizadas por la microflora del suelo (hongos y bacterias) como porque sobre las mismas superfícies foliares se precipitan esas partículas que la planta absorberá y fijará en sus tejidos, secuestrando así contaminantes como el plomo, el cadmio u otros metales pesados, que de otro modo permanecerían en suspensión en el aire.
• Ventilación natural y protección del viento. La presencia de vegetación genera brisas que refrescan el ambiente alrededor de las viviendas: al refrescar la temperatura se genera un flujo de aire, ya que el desequilibrio entre pequeñas masas de aire a diferente temperatura, y por tanto diferente densidad, genera esta circulación natural.
La vegetación (árboles, arbustos) actúa como barrera contra el viento en el caso de orientaciones muy expuestas a fuertes vientos.
Se trata de una barrera porosa que reduce la velocidad del viento creando pocas turbulencias.
Incluso las enredaderas o vegetación cercana a las paredes reducen la velocidad del viento en la proximidad del muro.
• Protección solar y aislamiento térmico. Los elementos vegetales pueden actuar como protecciones contra las ganancias excesivas de calor provocadas por los rayos solares, ya que la vegetación obstruye, filtra y refleja la radiación solar. En algunos casos se puede llegar a evitar del 50 al 90% de la radiación incidente.
Algunos ejemplos son los de las parras y enredaderas sobre las paredes, que ofrecen sombra y disminuyen las ganancias de calor tanto por radiación como por conducción. Esto es debido a que se evita el impacto de la radiación directa y a la vez se reduce la temperatura del aire adyacente al muro. Por otro lado, en invierno, las especies perennes protegen la pared de las pérdidas de calor, y el efecto aislante podría llegar a ser de un 30 %.
Resulta interesante el uso de vegetación de hoja caduca para proteger las ventanas o aberturas, ya que entonces en verano las hojas convierten el alero en una estructura opaca, y proveen de sombra, y al caer en invierno dejan pasar la luz (a diferencia de los aleros fijos). En ventanales que dan a balcones o terrazas, los aleros pueden adoptar la forma de pérgolas o porches y crear así espacios sombreados y frescos para estar. Este sistema seria el del tradicional emparrado con vid, aunque se podria emplear cualquier enredadera, incluso ornamentales.
• Sobre protección estructural: Todavía se tiende a percibir que la vegetación puede estropear las fachadas, conllevar problemas de humedades, etc. Sin embargo, muchas veces se trata de una excusa para no admitir la poca voluntad de mantener esos sistemas, o de realizar un buen diseño para incorporar plantas en el edificio, cuando todavía lo que prima es el coste económico de los proyectos, la rapidez de ejecución y la falta de comunicación con los usuarios de los edificios.
Es obvio que el peso y sujeción de la vegetación integrada en los edificios siempre se tendrá que tener en cuenta. Pero, en oposición a la percepción de que las plantas deterioran la fachada,hay quién defiende lo contrario, ya se cree que las enredaderas en fachada pueden proteger los materiales constructivos del deterioro causado por los rayos ultravioleta y el ácido carbónico.
• Mejora estética. Aunque para gustos los colores, en general se puede admitir que, para la mayoría de las personas, una fachada vegetada es más bella que una medianera cubierta por una pared de aguas o una capa de aislamiento proyectado.
• Hábitat para fauna. La vegetación ofrece descanso y alimento a insectos y aves que pueden, como los humanos, mejorar su calidad de vida pese a estar en la ciudad.
Las cubiertas vegetales son el sistema más sencillo y de menor mantenimiento para integrar el verde en los edificios. Se trata de sistemas de cubierta que incluyen un sustrato y vegetación, de manera que en cierto modo se recupera en cierto modo el espacio ocupado por el edificio, que pasa a ser verde. aumentan considerablemente el aislamiento de la cubierta gracias al aprovechamiento tanto de las propiedades térmicas de la tierra como de la mejora del microclima que provocan las plantas.
Las hay de vegetación humilde (extensivas) y otras que incorporan una cantidad elevada de biomasa.
Cuando se recubren los muros con enredaderas, se añade un interès estético a la fachada además de proporcionar las funciones de sombra o aumento de la humedad y el frescor anteriormente mencionadas.Algunas enredaderas clásicas son la vid, la hiedra, las clematis o la madreselva.
Conviene escoger plantas adecuadas a la climatología del lugar, para así facilitar su mantenimiento y que no sufran por exceso de calor o heladas, de modo que la fachada verde siempre luzca un buen aspecto.
Además de su capacidad de cubrición, las combinaciones de coloraciones de follaje y las distintas floraciones convertiran la fachada en un atractivo variante con las estaciones.
Las enredaderas pueden llegar a cubrir fachadas enteras, en función de sus requerimientos de radiación solar. Las de crecimiento más vigoroso pueden crecer de 3 a 4 metros en un año.
Algunas se encaraman por las fachadas (especialmente las de ladrillo o piedra vista) mediante las raíces adventicias, zarcillos y secreciones adhesivas que producen. Otras, para su crecimiento necesitan soportes de materiales diversos como la madera, alambre, hierro, plástico o acero, tipo celosía, cables, tensores o estructuras similares.
Esto permite también guiarlas y controlar las zonas donde no se desea que lleguen y evita definitivamente los riesgos de deterioro de la fachada, aunque se cree que el deterioro sólo sucede en fachadas o materiales ya en mal estado, que acaba de afectar las plantas.
Aunque no está totalmente comprobado el efecto aislante de la vegetación en una fachada, se cree que protege de las condiciones meteorológicas y de la radiación solar, además de otorgar el resto de propiedades beneficiosas de la vegetación respecto a calidad del aire.
En algunos casos, como el de la vid, además puede proporcionar frutos.
El peso de la vegetación se tendrá que tener en cuenta en el dimensionamiento de las sujeciones y el cálculo de estructuras: se calcula que, según la especie y el crecimiento, el peso de las enredaderas puede variar entre 1 y 50 kg/m2, y que la presencia de rocío, lluvia o nieve duplican el peso de una planta caduca y triplica el de una perenne.
También se debe considerar la fuerza del viento y del propio crecimiento de las plantas, y se recomienda dejar un espacio de unos centímetros entre el soporte de las plantas y el muro para permitir la circulación del aire.
Existen sistemas en los que ya no es preciso esperar a que crezcan las plantas, pues se comercializa el soporte con enredaderas cubrientes incluidas a punto para ser plantadas.
Otros casos son los de fachadas verdes como tales, en los que la estructura del edificio ya incorpora un sustrato para el crecimiento de las plantas, como sucedía en las cubiertas verdes, pero en vertical. El sistema tiene la particularidad de permitir el crecimiento de una vegetación colgante diferente de las trepadoras, y de aprovechar también las capacidades aislantes y de inercia térmica del sustrato de tierra.
Hay cada vez más proyectos en los que se integran las plantas en la estructura del edificio, no ya como una piel o fachada verde, sino como parte integral de la construcción.
El concepto de biomímesis impulsado por Jorge Riechmann (la idea de que las creaciones humanas imiten las de la naturaleza), ha inspirado a arquitectos como Ken Yeang.
Yeang proyecta rascacielos bioclimáticos que incorporan el ajardinamiento de las fachadas de modo que la vegetación se mezcla con las estructuras, dando forma a diferentes ecosistemas escalonados. La vegetación es uno de los pilares de estas creaciones, no un complemento.
El primer objetivo es, por un lado, recuperar la biodiversidad mediante la incorporación de especies vegetales autóctonas, ausentes en ese terreno urbano. Esa vegetación resulta adecuada al entorno y necesita menos riego, menos mantenimiento y menos fertilizantes. El segundo objetivo, es aprovechar las capacidades de mejora de las condiciones ambientales de las plantas. Por ello, también se incorporan especies no autóctonas siempre que aporten beneficios, como por ejemplo sus propiedades como captadoras de contaminantes.
En estos proyectos, como el de la “Editt Tower” la incorporación de vegetación cuidadosamente planificada es parte fundamental del funcionamiento pasivo del edificio. Algo similar sucede en el singular proyecto “Flower Tower” de Edouard François, que emplea bambú plantado como elemento básico en la fachada.
Sistemas constructivos para la fachada vegetal.
SISTEMAS CONSTUCTIVOS PARA MUROS VEGETALES PLANTADOS.
- Sistema Intemper-c: Sistema de paneles de 60×60cm con base de poliestireno extruido fijados a través de perfiles a un cerramiento existente, incluyen un sistema de riego automatizado. Los perfiles se solicitan con 4 meses de antelación ya que se suministran con las plantas enraizadas y crecidas.
- Sistema Intemper-c: Sistema de paneles de 60×60cm con base de poliestireno extruido fijados a través de perfiles a un cerramiento existente, incluyen un sistema de riego automatizado. Los perfiles se solicitan con 4 meses de antelación ya que se suministran con las plantas enraizadas y crecidas.
- El Muro Vegetal de Patrick Blank: consiste en la superposición de diferentes elementos que garantizan el crecimiento y fijación a largo término de las raíces de las plantas; y esto sobre una superficie y no en un volumen, al contrario de los otros métodos de cultivo. La patente de Patrick Blanc se basa, pues, en esta novedosa técnica de cultura vertical que permite eliminar los problemas de peso del sustrato y, por lo tanto, asegurar la vegetalización de las superficies de los edificios, sea cual sea la altura.
Según esta solución que ya ha demostrado su efectividad desde hace numerosos años, se grapan 2 capas de fieltro de poliamida sobre unas planchas de pvc expandido de 10mm de grosor (soporte estanco) y se fijan sobre una estructura metálica que asegura el aislamiento (cojín de aire) con el muro ...portador.... Sobre este fieltro, de gran capilaridad y retención de agua, es donde se desarrollan las raíces de las plantas. Éstas se instalan en todas las alturas del muro, con una densidad del orden de una veintena por metro cuadrado. El riego se efectúa a partir de un conjunto de tubos regularmente agujereados, superpuestos a partir de la cima del muro vegetal. El sistema está programado por electroválvulas acopladas a un distribuidor de solución nutritiva poco concentrada. La simplicidad de esta técnica va unida a su fiabilidad a largo plazo. El mantenimiento es bajo ya que las malas hierbas no son capaces de invadir estas superficies verticales. Se prevé una poda anual de los arbustos....
El jardín vertical más alto de Europa: La Torre de Cristal -también conocida como la torre de Mutua Madrileña- una de las cuatro que coronan la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, es el edificio de oficinas más alto de España: 52 plantas y 26 ascensores.
Tomado de: lasfachadas.blogspot.com